Oye la voz de mi experiencia, hijo mío; sigue las huellas de la sabiduría: no corras, que lo tuyo está esperándote y lo ajeno espera a su dueño; no hay robo: es ilusión: nadie puede robarte lo tuyo ni tú puedes violentar lo ajeno; tu hueco te espera y cada hombre tiene su tumba y para todos hay; por orden, que a todos nos despacharán, y un poco más y chocho, y otro poco y cadáver, y otra miaja y olvidado. No corras, hijo mío.
Fernando González
Revista Antioquia
No hay comentarios:
Publicar un comentario