Siempre que la música aparece por un instante bajo una figura perfecta, ofrece un cariz ambiguo. No hay música noble que no nos produzca a unas horas la impresión de la sonrisa infantil y a otras la de la más profunda tristeza. Así es la belleza siempre y doquier: instante mágico, apagándose ya en el esplendor, tocado del soplo de la muerte
Hermann Hesse
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